Como ya sabemos la epilepsia más que una enfermedad es un grupo de enfermedades designadas bajo el mismo nombre, y que se manifiestan de diferentes formas. Las causas que la provocan son muy variadas y que a nivel cerebral se manifiestan como unas descargas anómalas. Además, la epilepsia puede convertirse en una enfermedad crónica que acompañará a la persona durante toda la vida desde que sea diagnostica, o con una duración más o menos prolongada en el tiempo, con resolución posterior.

De cualquiera de las dos formas, la epilepsia es una enfermedad neurológica, que puede causar cambios en la vida del paciente, afectando tanta a aspectos cognitivas, psicológicas y sociales, que pueden ser difíciles de asumir tanto por el propio paciente como por sus familiares.

Existen varios aspectos alrededor de la epilepsia que pueden causar estrés y ansiedad en los pacientes epilépticos.

En primer lugar, aquel paciente diagnosticado de epilepsia, quiere saber por qué le ha tenido que pasar a él, que es lo que tiene en el cerebro que hace que no funcione bien. Y a pesar de una amplia batería de pruebas, se llega al diagnóstico de que causa la epilepsia en al menos 50 por ciento de los casos, el resto son las epilepsias idiopáticas. En la actualidad, se están desarrollando avances en las técnicas de imagen, así como de genética para poder saber la causa de ese grupo de epilépticos.  Es por tanto, esa duda que se les presenta a los paciente, de saber la causa de la epilepsia les crea una situación de estrés personal.

Por otro lado, a  un número considerable de pacientes, al oír la palabra epilepsia, lo interpretan como un castigo, una tara, que les va  a impedir llevar su vida normal, sienten truncada su estilo de vida y sus posibilidades.

Otro aspecto a destacar es que a pesar de que el paciente siga las pautas de medicación, horas de sueño, alcohol, que se le paute su neurólogo, el paciente puede seguir teniendo crisis, bien porque no responda correctamente a la medicación (epilepsia farmacorresistente), por una descompensación de su enfermedad, o sin una causa evidente. Esta sensación de inseguridad de que pueda volver a tener una crisis provoca gran ansiedad. Esa inseguridad les acompañará durante un tiempo, hasta que poco a poco asuman la enfermedad y sean capaces de manejar las crisis.

Al igual, que en el momento de la crisis, es necesario mantener la calma, tanto para hacer las cosas de una forma más coordinada, como para que el paciente no se ponga más nervioso. Además, para el paciente una nueva crisis supone una pequeña derrota de su normalidad en su día a día, y reiniciando en cierta manera la “ansiedad anticipatoria” de que se vuelvan a repetir.

Y si sumamos que las vías neurobiológicas de la ansiedad, están en íntima relación con los que ocasionan las crisis, nos podemos plantear la alta frecuencia de este trastorno. En los pacientes epilépticos se debe valorar tanto como afecta la ansiedad sobre la calidad de vida de los pacientes y sobre el curso de las crisis, como a la inversa, como afectan las crisis (tanto su tratamiento médico, como en los casos candidatos, el quirúrgico), sobre la ansiedad.

Al igual que la ansiedad, en los pacientes epilépticos el riesgo de depresión es mayor. Por lo que tanto la ansiedad como la depresión  empeoran significativamente la calidad de vida de los pacientes, pudiendo afectar indirectamente sobre el manejo y adherencia al tratamiento antiepiléptico. En los casos de ansiedad/depresión los pacientes tienen más riesgo de incumplir más el tratamiento antiepiléptico, aumentando con ello el riesgo de crisis, y con todo, su estado de ansiedad. Según los expertos, los trastornos psiquiátricos están infradiagnosticados en este grupo de pacientes.

Como ya se ha comentado, el dormir es fundamental para intentar evitar la aparición de nuevas crisis. Y como la ansiedad afecta de forma muy importante sobre el descanso nocturno y la calidad del sueño, con todo ello aumenta la aparición de crisis.

Es por ello, que en la consulta de nuestro centro IVANN preguntamos  y profundizamos en estos temas, para ser tratados tan precozmente como sea posible.

Según varios estudios publicados,  al igual que en los pacientes epilépticos se ha visto mayor riesgo de ansiedad y depresión, los familiares de primer grado de estos, pueden tenerlo aumentado también.

A los pacientes se les debe de dar unas pautas para que ellos, sepan que deben hacer, para disminuir con ello al máximo el riesgo de crisis, y con ello mejorar la ansiedad que les pueda causar la aparición de crisis. Tal como ocurre en neurología en general, la epilepsia precisa unas pautas básicas de buen funcionamiento para poder normalizar el día a día, evitando al máximo la aparición de crisis. Las reglas básicas de todo epiléptico son:

  1. Tomar correctamente la medicación.
  2. No consumir alcohol, o de baja graduación o escaso volumen, ni otro tipo de drogas.
  3. Dormir las horas suficientes y de buena calidad (7-8 horas, tanto de forma ininterrumpida, como fraccionada con una buena siesta).
  4. Evitar o tratar precozmente cuadros infecciosos.

Para concluir, diremos que la epilepsia puede aumentar el riesgo de ansiedad y depresión, pero además a los pacientes se les debe de explicar y resolver las dudas que tengan de su enfermedad, así como aconsejarles sobre las dudas del día a día. Es necesario, profundizar en los temas del descanso nocturno o como repercute en su día a día, para, tan pronto como sea posible, tratar estos cuadros que afectan de forma tan importante sobre la calidad de vida de nuestros pacientes.

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