Algunas respuestas sencillas a preguntas complejas sobre el diagnóstico de TDAH…

El diagnóstico del TDAH en niños y adultos es básicamente clínico, es decir, se basa en la presencia de unos determinados síntomas. Estos se manifiestan con una intensidad mayor a lo considerado «normal» para la edad del niño. La base fundamental es el déficit de atención, ya que los síntomas de hiperactividad-impulsividad no siempre están presentes de forma completa. Los criterios diagnósticos más usados actualmente son los de la Sociedad Americana de Psiquiatría, actualmente en su 5ª versión (DSM-5, por sus siglas en inglés) para diagnosticar TDAH en niños y adultos. Los enumeramos a continuación.

Los síntomas de inatención que deben estar presentes (al menos 6) son:

  1. Con frecuencia falla en prestar la debida atención a los detalles o por descuido se cometen errores en las tareas escolares, en el trabajo o durante otras actividades (por ejemplo, se pasan por alto o se pierden detalles, el trabajo no se lleva a cabo con precisión).
  2. Con frecuencia tiene dificultades para mantener la atención en tareas o actividades recreativas (por ejemplo, tiene dificultad para mantener la atención en clases, conversaciones o lectura prolongada).
  3. Con frecuencia parece no escuchar cuando se le habla directamente (por ejemplo, parece tener la mente en otras cosas, incluso en ausencia de cualquier distracción aparente).
  4. Con frecuencia no sigue las instrucciones y no termina las tareas escolares, los quehaceres o los deberes laborales (por ejemplo, inicia tareas pero se distrae rápidamente y se evade con facilidad).
  5. Con frecuencia tiene dificultad para organizar tareas y actividades (por ejemplo, dificultad para gestionar tareas secuenciales; dificultad para poner los materiales y pertenencias en orden; descuido y desorganización en el trabajo; mala gestión del tiempo; no cumple los plazos).
  6. Con frecuencia evita, le disgusta o se muestra poco entusiasta en iniciar tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido (por ejemplo tareas escolares o quehaceres domésticos; en adolescentes mayores y adultos, preparación de informes, completar formularios, revisar artículos largos).
  7. Con frecuencia pierde cosas necesarias para tareas o actividades (por ejemplo, materiales escolares, lápices, libros, instrumentos, billetero, llaves, papeles de trabajo, gafas, móvil).
  8. Con frecuencia se distrae con facilidad por estímulos externos (para adolescentes mayores y adultos, puede incluir pensamientos no relacionados).
  9. Con frecuencia olvida las actividades cotidianas (por ejemplo, hacer las tareas, hacer las diligencias; en adolescentes mayores y adultos, devolver las llamadas, pagar las facturas, acudir a las citas).

Y los síntomas de hiperactividad-impulsividad que se contemplan son (igualmente han de cumplirse al menos 6 de ellos):

  1. Con frecuencia juguetea o golpea con las manos o los pies o se retuerce en el asiento.
  2. Con frecuencia se levanta en situaciones en que se espera que permanezca sentado (por ejemplo, se levanta en clase, en la oficina o en otro lugar de trabajo, en situaciones que requieren mantenerse en su lugar.
  3. Con frecuencia corretea o trepa en situaciones en las que no resulta apropiado. (Nota: En adolescentes o adultos, puede limitarse a estar inquieto.).
  4. Con frecuencia es incapaz de jugar o de ocuparse tranquilamente en actividades recreativas.
  5. Con frecuencia está “ocupado”, actuando como si “lo impulsara un motor” (por ejemplo, es incapaz de estar o se siente incómodo estando quieto durante un tiempo prolongado, como en restaurantes, reuniones; los otros pueden pensar que está intranquilo o que le resulta difícil seguirlos).
  6. Con frecuencia habla excesivamente.
  7. Con frecuencia responde inesperadamente o antes de que se haya concluido una pregunta (por ejemplo, termina las frases de otros; no respeta el turno de conversación).
  8. Con frecuencia le es difícil esperar su turno (por ejemplo, mientras espera una cola).
  9. Con frecuencia interrumpe o se inmiscuye con otros (por ejemplo, se mete en las conversaciones, juegos o actividades; puede empezar a utilizar las cosas de otras personas sin esperar o recibir permiso; en adolescentes y adultos, puede inmiscuirse o adelantarse a lo que hacen los otros).

Evidentemente, pues, el diagnóstico de TDAH en niños y adultos puede resultar algo subjetivo. Dependiendo de quién conteste al cuestionario de preguntas (padre, madre, profesor, etc.), se cumplirán o no los criterios diagnósticos. También se critica, por parte de algunos autores, que no se incluyan síntomas relativos a la falta de regulación emocional, o a otros síntomas que afectan al funcionamiento diario de estos pacientes.

Además de comprobar la presencia de estos síntomas, se debe realizar una adecuada exploración neurológica. Esta exploración busca de signos sugestivos de alteración del sistema nervioso, que nos harían solicitar exploraciones complementarias. En general, no son necesarias pruebas médicas, como escáner cerebral, electroencefalograma, analíticas, etc. Sólo en caso de alteración en la exploración o sospecha de otras enfermedades que pudieran simular un TDAH en niños y adultos se solicitarían.

Para complementar la información acerca del funcionamiento del niño/adolescente en el medio escolar, son de utilidad todos los informes observacionales o pruebas de aptitud. Estas las realizan profesores o psicopedagogos escolares. Además, las baterías de test neuropsicológicos (que estudian desde la inteligencia general hasta los procesos de atención y memoria) son básicos. De esta forma sabemos cuáles son los puntos fuertes y débiles del paciente. Así podemos programar un programa de refuerzo y psicoeducación pertinente y adecuado a cada paciente.

Dr. Gonzalo Ros, Neuropediatría en IVANN

Categories:

Comments are closed