Una contractura es una contracción involuntaria de uno o más grupos musculares que puede aparecer al realizar un esfuerzo con una postura inadecuada.
Pero además de este motivo, existen otras situaciones en las que también aparecen provocando una gran sensación de malestar.
Por un lado, está la deshidratación, la falta de magnesio y de potasio. Una falta inadecuada de estas sustancias puede provocar que las contracturas aparezcan con más frecuencia, pues nuestras células necesitan agua, glucosa, sodio, magnesio y potasio para funcionar correctamente.
El estrés emocional y psicológico, como la ansiedad y la tensión también pueden ser causantes de una serie de reacciones en el cuerpo que afecten al sistema nervioso causando rigidez en el cuello y tensión muscular que terminen en una dolencia de este tipo. Otras de las posibles causas, tienen que ver con someter a nuestro cuerpo a un esfuerzo superior al que es capaz de soportar, ya sea en un momento puntual o por esfuerzos repetitivos.


Muchas veces nuestros músculos están debilitados y no tienen la fuerza necesaria para realizar la actividad que vayamos a realizar provocando este tipo de lesiones ¿Cómo podríamos aliviarlas? Los tratamientos para aliviar las contracturas suelen comenzar con la aplicación de calor para conseguir relajar el músculo. El calor es un potente vasodilatador que contribuye a la depuración sanguínea del segmento muscular, además de provocar una sensación inmediata de alivio por su efecto analgésico y relajante.
Posteriormente y una vez conseguido relajar la zona afectada lo más conveniente, terapéutico y sanador es la realización de un masaje de la mano de un fisioterapeuta profesional. Tras los
movimientos realizados sobre el músculo afectado, conseguirá aumentar el flujo sanguíneo y mejorar la recuperación de los tejidos reduciendo así la tensión y por consiguiente el dolor.
Los baños de contraste son otra de las terapias para paliar los efectos dolorosos de las contracturas. Esta técnica se basa en el uso alterno del agua fría y el agua caliente, provocando reacciones sucesivas de vasoconstricción y vasodilatación y estimulando así la circulación en la extremidad tratada.
Además de ello ciertos fármacos están indicados especialmente para reducir el dolor y la inflamación.
Pero lo cierto es que no existe mejor remedio ante una contractura que ponerse en manos de un profesional de las terapias manuales para erradicar la dolencia.

Una vez comprendidas las causas por las que están formadas las contracturas musculares será más fácil evitarlas pero además de ello hay una serie de rutinas a tener en cuenta:

Prevención
Antes de un esfuerzo deportivo es muy importante realizar un calentamiento adecuado para preparar al músculo e ir aumentando progresivamente la intensidad y cargas en los diversos
ejercicios. Por otro lado, en las actividades laborales o deportivas es muy importante realizar estiramientos durante y después para mejorar la flexibilidad muscular y facilitar la
recuperación del músculo tras la actividad. Finalmente acostumbrar a cambiar de posturas, hacer estiramientos ligeros a lo largo de la jornada laboral y evitar posiciones incorrectas mantenidas en el tiempo hará que tus músculos se resientan mucho menos.

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