Muchas veces, cuando estamos decaídos, tristes, llevamos una mala racha que nos provoca este estado emocional; decimos que estamos deprimidos.
No obstante, la depresión no es sólo estar triste y decaído. La depresión es un trastorno mental que se caracteriza por un bajo estado de ánimo y sentimientos de tristeza, que están asociados a alteraciones del comportamiento, del grado de actividad y del pensamiento.
Cuando una persona sufre depresión, la tristeza y la pérdida de interés y de la capacidad de disfrutar producen una disminución de la vitalidad, limitando su nivel de actividad y provocando un cansancio exagerado que no permiten que la persona siga con su vida diaria con normalidad.
Si la depresión no se detecta pronto pueden aparecer otros síntomas, como el sentimiento de culpa, asociado a la incapacidad de no poder continuar con su vida diaria o a que su entorno le atribuye la culpa de su situación actual con comentarios como: “si todo te va bien… ¿de qué te quejas?” o “no estés triste, no sirve de nada”. También, a raíz de esto último pueden aparecer síntomas como irritabilidad, pesimismo ante el futuro e, incluso, ideas de muerte o suicidio.
Es muy importante comprender que la depresión es una enfermedad incapacitante, no es un estado de ánimo bajo, que pasará en algún momento; es una enfermedad muy seria que tiende a empeorar si no se aborda desde los inicios por un profesional cualificado.
¿Cómo tratamos la depresión?
No hay una única forma de tratar la depresión, dependiendo de la persona se puede trabajar desde diferentes perspectivas. Lo óptimo es adecuar la terapia al paciente. A través de nuestra terapia cognitivo conductual, los tres aspectos fundamentales que trabajamos son:
Activación conductual.
Su objetivo es que la persona inicie un cambio comportamental a través de refuerzos positivos. Para lograrlo, el terapeuta realiza un análisis funcional de la conducta y propone la realización de actividades o exposición a situaciones placenteras para el paciente. De esta forma, la persona con depresión se anima a cambiar sus rutinas y realizar actividades que le provocan bienestar, sintiéndose mejor consigo misma y saliendo de esa sensación de desesperanza e impotencia hacia la situación actual. La persona acaba sintiéndose capaz de mejorar la situación y dueña de su vida.
Reestructuración cognitiva.
La reestructuración cognitiva tiene por objetivo modificar la forma de pensar e interpretar las situaciones. De manera que el paciente salga de su bucle negativo y sea capaz de buscar alternativas sobre lo que les ocurre. El paciente ha de aprender a responder ante la vida de la forma más adaptativa posible.
Gestión del malestar físico.
En muchas ocasiones, las personas que padecen depresión acaban somatizando su malestar psicológico en forma de malestar físico. Para paliar y mejorar esta sintomatología física, que algunas veces puede ser incapacitante, el terapeuta enseña al paciente técnicas de relajación o a practicar Mindfulness, de manera que el estado de relajación mejora la sintomatología física y psicológica, ya que la calidad de vida del paciente mejora cuando remiten los síntomas físicos.
Si te sientes en esta situación y crees que puedes estar sufriendo depresión, no dudes en contactar con un profesional que te ayude a superarla.
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